
Gdańsk: joya del Báltico que no esperábamos amar tanto
Cuando se piensa en destinos europeos para el verano, seguramente le vengan a la mente ciudades como París, Roma o Barcelona. Pero hoy quiero hablarles de un lugar que nos sorprendió desde el primer momento: Gdańsk, una ciudad portuaria en el norte de Polonia que combina historia, arquitectura, ambiente relajado y rincones con muchísima personalidad.
En este primer post sobre Gdańsk, les comparto un reel de Instagram con imágenes que tomé en agosto, durante nuestra estadía. El video (que encontrarán al final del post) recorre algunos de los lugares que más nos gustaron y que estaban, literalmente, a pasos de donde nos hospedamos.
Un paseo por el dique y sus embarcaciones
A solo unos metros de nuestro alojamiento, nos topamos con un paisaje que parecía sacado de una postal: el dique, con embarcaciones de todo tipo y ese aire marítimo que impregna cada rincón de la ciudad. Caminando por allí, uno siente que el ritmo baja, que todo se vuelve más calmo. Los barcos anclados, los reflejos del agua, los cafés a orillas del canal… Gdańsk tiene esa capacidad de invitarte a frenar y simplemente observar.
La feria de antigüedades: un viaje en el tiempo
Casi sin planearlo, encontramos una feria de antigüedades en una calle cercana. Nos encantan estos lugares porque cuentan historias desde los objetos: cámaras analógicas, relojes, diarios antiguos, artesanías de todo tipo, monedas y billetes gastados, vajilla de otra época… cada puesto tenía algo que nos llamaba. No era una feria sumamente grande ni particularmente turística, y eso la hizo aún más especial. Fue como descubrir una parte íntima de la ciudad, de esas que no aparecen en las guías.
Una peatonal moderna que vibra con sabor y diseño
Uno de los rincones que más nos gustó fue la calle peatonal ul. Stągiewna (pueden verla en la imagen y el reel) con arquitectura contemporánea, pero inspirada en el estilo tradicional de Gdańsk: edificios angostos, techos a dos aguas, pero con líneas limpias, materiales modernos y una paleta cálida.
La zona está llena de bares, restaurantes, heladerías, panaderías artesanales y cafés de especialidad. Lo más lindo es que todo está pensado para disfrutar a cielo abierto: hay terrazas, toldos de colores, sombrillas que flotan sobre la calle, y una energía vibrante que te invita a quedarte horas.
Podría decirse que es una de las caras más actuales y vivas de la ciudad: un espacio donde se mezclan el diseño, la gastronomía, y la vida urbana, pero sin perder el encanto ni la escala humana.
Una ciudad que también es moderna y sabrosa
Pero Gdańsk no vive solo del pasado. A unas cuadras del centro histórico encontramos una calles con arquitectura también moderna, amplias, luminosas, y llenas de opciones gastronómicas. Aquí es donde el espíritu joven de la ciudad se hace más evidente: bares con cerveza artesanal, cafés de especialidad, cocinas del mundo, y locales con diseño cuidado.
Es un contraste hermoso: la historia y la modernidad conviven en armonía, sin competir. Gdańsk se siente viva, en movimiento, pero sin perder su esencia.
Un primer vistazo, muchas razones para volver
Este post es apenas un primer acercamiento a una ciudad que tiene muchísimo para ofrecer. Desde su pasado como ciudad libre y puerto estratégico del Báltico, hasta su rol clave en la historia reciente de Europa, pasando por sus playas cercanas, museos y barrios con carácter propio.
Pero en este primer tramo del viaje, nos enfocamos en los detalles cotidianos: los barcos, los mercados, las calles por las que caminamos todos los días, lo que vimos al salir a buscar un café o a perdernos sin mapa.
Gdańsk nos recibió con una calidez inesperada, y eso es lo que intenté capturar en el reel. Ojalá lo disfruten tanto como nosotros disfrutamos estar ahí.
¿Conocían esta ciudad? ¿Les gustaría visitarla? Los leo en comentarios


